Para mí, España me recuerda la
ricísima comida de mi madre de acogida y también los horarios de comida un poco raros. Cuando llegué, me costó mucho acostumbrarme a casi no comer entre las 8 y las 15. Además, a veces el orden de los diferentes platos era diferente. Solíamos tener pasta como entrada y luego papas como plato fuerte. Pero ya una vez acostumbrada a las costumbres madrileñas, disfruté de la riqueza de la comida. Lo que me marcó más son las empanadas de atún, la tortilla española y una ensalada que mi madre de acogida llamaba pipirrana. No hay dudas, España es uno de los mejores lugares para comer.
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