En Bélgica, la mayoría de la gente que
coge el bus no se levanta y deja su asiento cuando una persona mayor, por
ejemplo, sube al bus. Entonces, fui muy sorprendida cuando llegué a Escocia y vi
que no solo había asientos reservados para las personas mayores, las personas discapacitadas
y las mujeres embarazadas, sino también que la gente dejaba estos asientos para
estas personas. Los autobuses también tienen un dispositivo que permite que las
personas en silla de ruedas suban al bus. Todo eso me impresionó mucho y me
acostumbré rápidamente y en enero eso era ya parte de la rutina para mí.
En enero, un amigo y yo decidimos viajar dos
días a Inverness para ver el Loch Ness, Culloden y la región en general. Como
hacía buen tiempo (sí, es posible que haga buen tiempo en Escocia en enero),
decidimos hacerlo todo caminando. Eso
representa un poco más de sesenta kilómetros, lo que no es muchísimo, pero
también nos perdimos en un bosque cuando ya era casi noche, tuvimos que cruzar un pantano
y saltar algunos muros y vallas cuando pensábamos haber encontrado
un camino más corto.
Por todo esto, cuando volvimos a
Edimburgo, estábamos súper cansados, nos dolían mucho los pies, y eso debía ser muy evidente porque, cuando cogimos el autobús para volver a casa, un señor muy anciano se
levantó para que pudiéramos sentarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario